El amor por el lugar
Efrén
Rodríguez
La relación de afecto por el
lugar es lo fundamental para que las personas se identifiquen con su propia
identidad, es la manera de querer lo que
esta alrededor de nosotros, de conocerlo y hacerlo como algo que lo llevamos
por dentro que nos obliga a defenderlo y
amarlo como a nosotros mismos. Es identificarnos con la cotidianidad, con el lugar donde nos
desenvolvemos diariamente, donde transcurre la vida. Es saber valorar los recursos materiales y espirituales de la población,
sus tradiciones, costumbres, personajes populares, estudiar su historia y
geografía local como una manera de interiorizar el proceso de conformación
histórica del lugar. Es llevar a la escuela el estudio de la localidad como una
manera para que la enseñanza sea significativa y trabajada sobre la realidad
inmediata del niño, lo más cercano, lo más próximo a su vida real a fin de que tenga sentido lo que el maestro
transmite en el aula de clase. Es como dice, nuestro dilecto amigo Armando
Rojas en su obra Atlas de Aragua
( 1997), que es necesario basar la enseñanza formal de la escuela e informal de la
cotidianidad a partir del lugar y añade
diciendo que esto hace posible abrir
caminos fundamentados en el amor y conocimiento del lugar. Es la enseñanza
fundamentada en la fuerza del lugar
quien da el sentimiento colectivo de identidad y
conduce a conformar la Identidad Nacional. Este
sentimiento lo forma la conciencia de pueblo
en el conocimiento cierto y comprometido de su realidad.
Necesitamos desarrollar un
sentimiento por el lugar, identificarnos
con lo nuestro, interesarnos por lo que esta alrededor de nosotros, emprender
estudios desde la escuela sobre la
historia del pueblo, sus personajes populares, las tradiciones que aun
permanecen, las manifestaciones culturales, cómo se constituyen las Sociedades
Religiosas, la historia particular de
cada escuela, los cambios espaciales de la ciudad, el origen de la haciendas,
el modelo económico social de la comunidades indígenas que habitaban la zona,
esencia de nuestras raíces nacionales. El significado de la Plaza Mariño, de la
Iglesia, del Concejo Municipal, la Prefectura, el origen de Fiestas Patronales,
la presencia del Torreón de San Pablo, de la caja de Agua del Calvario, las
casas coloniales, el significado del nombre de las esquinas del pueblo, de la
importancia de sus antiguas bodegas y de
las típicas dulceras. En definitiva, necesitamos conocer nuestro pasado para
estudiar el presente y prepararnos para
afrontar el futuro con una plena conciencia de pueblo. El lugar, el amor por
Turmero es una fuente de inspiración de la vida, es sentirnos bien con nosotros
mismos, es saber que estamos
identificado con un pedazo de tierra de este país que esta lleno de una riqueza
espiritual y moral inagotable . Ese amor es producto de formarnos en el tiempo y el
espacio en sus calles en pleno contacto
con la gente, en su plena vinculación
al río Turmero, a su zona
montañosa llamada el Picacho, a los naranjales y campos
de mango que colindaban al pueblo, a nuestra pasantia de monaguillo
ayudando al Padre Moreno , sus toros coleados, sus fiestas de febrero en honor de la Excelsa Patrona Nuestra Señora
de Candelaria., a nuestros maestros, a la disciplinada formación del hogar, al
deporte quien constituye factor coadyuvante de
nuestro amor y respeto por Turmero.
Es la querencia por el pueblo donde nacimos, formamos hogar y
sembramos la semilla de nuestros hijos
para la creación de un futuro lleno de esperanza, repleto de alegría y
deseoso de justicia que tanto reclamamos y
anhelamos. Es el amor por Turmero
quien nos abrió el espacio de la lucha social, a la defensa del
territorio, a la protección de la naturaleza, a combatir el desarraigo y la
justicia.
Quiero a Turmero y su gente, fue el legado de
nuestros padres, quienes al lado de mis maestros de la Escuela Revenga dieron
la mayor contribución para sentirnos orgullosos de haber nacido en el vientre de Edita y
recibido por las manos de la
parturienta Tehodolinda para terminar sembrándome definitivamente en la tierra de los lairenes, en el aguerrido
y ancestral valle de Turmero.
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